Comentario del periodista y político peruano Manuel Seoane sobre el fundador del indigenismo pictórico peruano, José Sabogal, con motivo de su exposición en Buenos Aires (Sociedad Amigos del Arte, 1928).
En distintos momentos Sabogal volvió al Cusco como fuente nutricia para sus desarrollos pictóricos continuos. Hacia 1925, permaneció varios meses en esa ciudad, tomando apuntes para un conjunto renovado de obras significativas que solo mostró al público hasta 1928, año en que realiza dos importantes exposiciones fuera del Perú: una de trece xilografías en Montevideo y otra en Buenos Aires con setenta y seis obras (entre óleos y grabados). En Lima se generó gran expectativa por la recepción obtenida en las dos ciudades del Río de la Plata, centros de gran prestigio cultural para América Latina, reproduciéndose artículos originalmente publicados en la prensa bonaerense. Ese interés queda de manifiesto en este y otros comentarios previos, donde se subraya la consagración local, esencializada en términos exaltadamente telúricos.
Paralelamente al desarrollo de la pintura, Sabogal realizó una significativa producción de grabados en madera, técnica que se adaptaba perfectamente a los requerimientos expresivos de su obra. La importancia que le dio Sabogal se pone de manifiesto en el viaje que realiza a México (1923), en donde incentiva a los artistas a retomar el arte xilográfico. Su trabajo, en este medio, obtuvo su consagración en las muestras realizadas en Montevideo (1928), en Lima (1929) y en los Estados Unidos —Florida (1931 y 1934) y Nueva York (1933)—. Por otra parte, sus grabados ilustraron importantes publicaciones, entre las que destacan las carátulas realizadas para la revista Amauta (Lima, 1926–30) dirigida por José Carlos Mariátegui.