El texto escrito por la artista colombiana Beatriz González (n. 1938) publicado con motivo de la exposición del artista José Antonio Suárez Londoño (n. 1955) en la Galería Sextante de Bogotá (2000), representa no sólo un buen análisis de la obra en pequeño formato, sino un modo de escritura en el cual se aprecia la formación artística de la autora. El texto atiende el detalle de las obras de tal manera que la descripción de las obras sirve de puente para conectar dos mundos: la perspectiva macro de la historia del arte y los inventos científicos, por un lado, y, por el otro, algo más micro que atañe a la vida del artista y su método de trabajo.
Desde 1977, González ha alternado su producción artística con la investigación sobre historia del arte, caricatura y museología. Durante el tiempo que dirigió el Departamento de Educación del Museo de Arte Moderno de Bogotá (1976−83) y se desempeñó como curadora de las colecciones de arte e historia del Museo Nacional de Colombia (1989−2004), publicó varios textos que hoy son de obligada consulta pues en gran medida rescatan del olvido artistas y caricaturistas del siglo XIX y XX. Entre ellos: Ramón Torres Méndez, entre lo pintoresco y la picaresca (1985), Roberto Páramo, pintor de la sabana (1986), José Gabriel Tatis Ahumada, un pintor comprometido (1987), José María Espinosa, un abanderado del arte y la patria (1994), ¡Quédese quieto!, Gaspar-Félix Tournachon “Nadar” 1820-1910 (1995) y Andrés de Santa María (1860-1945), un precursor solitario (1998). Entre las anteriores, se destacan otras publicaciones sobre caricaturistas colombianos; después de 25 años de investigación finalmente produjo la exposición La caricatura en Colombia a partir de la Independencia (diciembre 2 de 2009 a junio 15 de 2010) en la Casa Republicana de la Biblioteca Luis Ángel Arango.
Desde su regreso al país en 1984 de Ginebra (Suiza) después de estudiar en la École Superieure d’Arts Visuelles (1978−84), Suárez Londoño se ocupó del dibujo cuando en los años ochenta ya había perdido cierto protagonismo. Estudió un semestre de Veterinaria y luego Biología (1974−77) en la Universidad de Antioquia (Medellín-Colombia), formación científica que repercutió tal vez en su mirada microscópica, la cual ha conjugado con su “imaginación poética’. Así lo constatan cientos de anotaciones gráficas en pequeñas libretas y cuadernos de apuntes que elabora con la constancia y paciencia de un “espíritu franciscano”.