El artículo “Arte Joven con inflación” es primordial para analizar el campo de acción y el carácter expositivo que cumplen los espacios destinados a la difusión del “arte joven” en Colombia en 1991. El lenguaje empleado por la crítica Ana María Escallón (n. 54) califica el programa Nuevos Nombres (1985− ) como una instancia en que los artistas emergentes participantes obtienen críticas que legitiman su trabajo, para luego instaurarse como artistas reconocidos en el medio plástico colombiano. De esta manera, la autora emplea argumentos que califican las obras, tanto peyorativa como positivamente, y señala: “el riesgo porque es joven” o “las influencias son demasiado notorias como para que las cosas tomen rumbo, más o menos definido”. Tales expresiones revelan las relaciones de poder institucionales entre los artistas y los programas de difusión de “arte joven”. Esta relaciones serán llamadas “juegos del capital cultural y simbólico del arte” por Nadia Moreno, en su artículo “La ‘tradición’ del arte joven en Bogotá” (2009) [véase doc. no. 1133077] donde revisa críticamente los eventos de “artistas jóvenes” como estrategia legitimadora de instituciones culturales.
Sin embargo, es destacable el panorama crítico general de la muestra. En él, Escallón consigue hablar de factores comunes en los artistas participantes del programa Nuevos Nombres (1991) tales como el escepticismo, la innovación en la técnica, el ingreso de la realidad y la violencia como temáticas para señalar los errores del sistema ideológico. Hay, además, el uso de recursos “pobres” como síntoma del subdesarrollo en búsqueda de generar una estética propia; a este último punto la autora hace especial referencia en el título “Arte Joven con inflación” afirmando los siguiente: “No se trata de un arte ostentoso, este conoce más la inflación y la devaluación”, frase que revela el crítico panorama económico por el que atraviesa el país al inicio de la década del noventa. Situación que empeorará con la caída de los carteles del narcotráfico en 1993; lo que explica parcialmente ciertos fenómenos en las prácticas artísticas nacionales propias de la década. Se da el aumento de prácticas performáticas, entre otros, así como la resignificación de los materiales a partir de su carga histórica y simbólica, giro conceptual que detonó el auge de “la instalación” en Colombia.
Ana María Escallón es comunicadora, crítica y curadora egresada tanto del programa en Ciencias de la Comunicación Social de la Universidad Jorge Tadeo Lozano como del programa de Maestría en Historia de Georgetown University (Washington, DC) en los Estados Unidos. Se ha desempeñado como columnista del diario El Espectador y como colaboradora de las revistas Arte en Colombia y Credencial.