La entrevista al artista colombiano Aníbal Gil Villa (n. 1932) constituye un documento significativo por las opiniones que manifiesta sobre la XII Bienal de São Paulo, evento internacional del arte contemporáneo que marcó época desde 1951, y porque el artista tiene aquí oportunidad de hablar de su período muralista en los inicios de su carrera profesional. En ese momento, Oscar Ladmann, cónsul ad honorem de Colombia en São Paulo, extendió una invitación a un artista de la región de Antioquia (Colombia) para asistir a la inauguración de la bienal brasileña; por esa razón, Gil viajó en calidad de observador del evento. Para comentar la obra ganadora del artista belga Jean-Michel Folon (1934−2005), se vale de un par de citas traducidas por Gil y que extrae de dos publicaciones internacionales: Le Nouvel Observateur y Graphis.
En la exposición de grabado del Centro Coltejer (Medellín, 1973), Aníbal Gil mostró obra gráfica de gran formato basada en una simbología personal: los grabados aluden a una infancia marcada por la ausencia de su madre, La Violencia en Colombia, los campesinos y al hombre preso o solitario.
En su primera etapa (antes del primer viaje a Europa) abordó el paisaje y la figura humana, temas que lo han acompañado a lo largo de su carrera profesional, representados tanto en pintura mural como en acuarela. En Medellín, entre 1952 y 1953, Gil tomó cursos en la Escuela de Artes Plásticas del Instituto de Bellas Artes de Medellín con el pintor Rafael Sáenz (1910−98), profesor de artistas tales como Fernando Botero (n. 1932), Rodrigo Callejas (n. 1937) y Augusto Rendón (n. 1933). Gil complementó la formación recibida en su ciudad natal con lecturas de libros que conoció durante su estancia en Italia, como el Universalismo constructivo del artista uruguayo Joaquín Torres García (1874?1949) y el Tratado del paisaje de André Lhote (1885−1962). Con estos autores comprendió el valor que adquieren los símbolos y “el espacio psicológico”, según menciona el historiador del arte colombiano Santiago Londoño Vélez (n. 1955) en su libro Aníbal Gil (2009). En 1954, emprendió viaje a Europa para aprender técnicas de pintura mural al fresco en Florencia (Italia). Su segundo período se caracteriza por la incursión en el grabado que Gil destaca por su creciente florecimiento y fuerza estética; sobre todo, por una marcada intención en el mensaje, por su versatilidad como medio de expresión artística; incluso por su forma rápida y económica de llegar a diversos públicos. En el artículo, Gil anuncia su próxima participación en la II Bienal Americana de Artes Gráficas de Cali (1973), evento en el cual participó con las obras ¿Quiere Ud. la paz? (1972) y Pequeño Homenaje (1973).
Aníbal Gil es considerado pionero del grabado en Medellín por varias circunstancias: fundó el Taller de grabado en el Instituto de Artes Plásticas de la Universidad de Antioquia en 1964 con el apoyo del escultor colombiano Rodrigo Arenas Betancourt (1939−95), director en su momento del Instituto; creó la cátedra de dibujo en la Universidad Nacional —sede Medellín—, y en 1968 realizó la Primera exposición de estudiantes de grabado del instituto de Artes Plásticas de la Universidad de Antioquia en el Museo de Zea. En la ciudad de Medellín, la academia cumplió un papel importante en el desarrollo de las artes gráficas, experiencia muy distinta a la de Cali, ciudad donde se promovieron eventos de proyección internacional como las bienales americanas de artes gráficas; esto favoreció la fundación de talleres de artes gráficas constituidos por artistas (nacionales e internacionales) como el grupo Grabas, Taller Cuadrante y el Taller Corporación Prográfica de Cali. Gil fue maestro de maestros, y entre sus alumnos se destacan los artistas colombianos Saturnino Ramírez (1946−2002) y Fabián Rendón (1953−2000), además de pintores y grabadores que pertenecieron a la generación artística de la década de los setenta en la ciudad de Medellín.