El breve artículo de Hernando Santos Castillo (1922−99) fue escrito justo después de que Norman Mejía, el pintor cartagenero, ganara el primer premio en pintura en el XVII Salón de Artistas Nacionales de 1965. El hecho de que lo redactara el director del periódico no sólo lo sitúa como un pintor joven capaz de generar con su obra la favorable opinión. En este caso, del director de uno de en los diarios más prestigiosos del país, con la cual se logra sentar la opinión y el apoyo del diario a pintor de obra considerada radicalmente única y novedosa, a partir tanto de su expresividad como de su trabajo formal.
Por otra parte, también es destacable el énfasis que desarrolla el artículo en cuanto a la personalidad Mejía, calificada como “desenfadada” y como proyección de “el más joven pintor prometedor del país”. Es justamente su individualidad como artista y no tanto el resultado de ésta en la obra, lo que hace que Santos se interese en la figura de Mejía, a quien —sin ningún temor y con la confianza que le dan sus conocimientos sobre arte— se atreve a lanzar como uno de los que en el futuro logrará ser tan grande como los célebres pintores colombianos: Grau, Obregón o Botero. De esta manera, Santos no sólo enaltece a Mejía con respecto a sus contemporáneos sino que le augura, sin dudarlo, un futuro lleno de éxitos logrando que el nombre de Norman Mejía no pase desapercibido. Por el contrario, anhela a que se empiece a generar reconocimiento en el circuito artístico de los años sesenta en Colombia.