La historia de la gráfica en Colombia es un campo poco explorado por la investigación histórica. Hasta hace pocos años se han descubierto nuevas figuras y relaciones de importancia con otros campos de las artes. Las décadas de veinte y treinta en Colombia fueron una época caracterizada por la reaparición de la gráfica en los medios impresos del país. Esta circunstancia se debió, entre otras, a la publicación de numerosas revistas y periódicos que abrieron camino a la ilustración, la caricatura y la publicidad. En este contexto, aparecen nombres como el dibujante y caricaturista George Franklin, quien se aseguró un espacio en Universidad (primera época 1921-22; segunda época 1927-29), revista dirigida por el ensayista e historiador Germán Arciniegas (1900–1999), una de las más liberales de ese momento. Participó de un grupo de dibujantes que, además de revitalizar el área, estuvieron ligados a un lenguaje vanguardista, poco explorado por los artistas en Colombia.
En las primeras décadas del siglo XX, la caricatura en el país estuvo ligada a un campo inferior al de las artes plásticas; aún más si se le compara con la pintura o la escultura. Los dibujantes que se dedicaban a la caricatura eran vistos desde una perspectiva artesanal de su trabajo y no desde una visión estética de su quehacer artístico. De alguna forma, esta manera de diferenciar lo artesanal de lo artístico supuso que, con excepción de Ricardo Rendón (1894-1931), a los caricaturistas se les considerara creadores de segundo rango.