Este documento registra el primer proyecto moderno del Estado colombiano para la enseñanza de las Bellas Artes. En una sola institución se pretendía legitimar las materias de estudio relevantes para la élite política, económica y burguesa de la época, las cuales, entrado el siglo XX, se convertirían en especialidades tradicionales: la arquitectura, la pintura, la música y el grabado. En ese momento, el dibujo era reconocido como una materia principal e independiente; años después, lo subordinarían a otras especialidades.
El proyecto de Instituto (INBA) lo componían las escuelas ya existentes en la ciudad capital y se financiaría con recursos públicos. Estas escuelas eran independientes de cualquier sistema institucional o conducente a título de maestro en artes. Según lo refiere el documento, el Instituto acogería: la Escuela de Dibujo y Grabado del General Alberto Urdaneta (1845?87) y del grabador español Antonio Rodríguez, cuya especialidad era el grabado en madera; la Escuela Vásquez (que habría tenido su origen en 1873 en la escuela denominada Vásquez) liderada por el artista mexicano Felipe Santiago Gutiérrez; la Escuela Arrubla de Arquitectura que coincidió con el proyecto académico instaurado por el arquitecto italiano Pietro Cantini (1847?1892) en las instalaciones aún inacabadas del Capitolio Nacional; y finalmente, la Escuela Guarín de Música, que correspondía a la Academia Nacional de Música dirigida por Jorge W. Price, recién fundada en ese momento.
Se esperaba que los egresados fuesen becados por la Nación para perfeccionar su práctica en Europa, los cuales, al regresar, retribuirían sus servicios durante un tiempo en tareas de interés para el Gobierno nacional. En la práctica, este proyecto nunca llegó a consolidarse y las escuelas base del proyecto continuaron con dificultad su funcionamiento de manera independiente. Esta cohesión sólo se lograría, cuatro años más tarde, a través del presidente de la República Rafael Núñez cuando en su gobierno (1880?86) se clarificó la idea de un arte de Estado, al servicio de los símbolos del nuevo proyecto de Nación. La idea repercutió en la necesidad de profesionalizar por primera vez a los artistas colombianos.