El interés del escritor colombiano, poeta, docente y crítico de arte Darío Ruiz Gómez (n. 1936), autor del texto, es destacar el trabajo de tres artistas mencionados en Testimonios —Umberto Giangrandi (n. 1942), Carlos Granada (n. 1933) y Fabio Rodríguez (1) (n. 1950)—, integrantes del Taller 4 Rojo, y en los cuales reconoce un especial sentido ético en la forma como abordan su trabajo.
El Taller, fundado en 1971, reunió a diversos interesados en desarrollar un tipo de arte testimonial que reformulara los objetivos habituales del quehacer artístico. Sus integrantes —Umberto Giangrandi, Carlos Granada, Nirma Zárate (1936–99), Diego Arango (n. 1942) y Jorge Mora, a quienes después se unió Fabio Rodríguez— tomaron contacto con grupos sindicales. Formaron el Taller Escuela deArtes Gráficas 4 Rojo con la función no sólo de hacer artes plásticas, sino de trabajar con otras formas de expresión tales como publicaciones, cine y material didáctico enfocado a diversos sectores del movimiento popular. El trabajo gráfico de ellos fue clave en el arte colombiano no sólo por elevar el conocimiento y dominio de las artes gráficas, sino por la intención de mostrar las posibilidades que abrían estos medios de comunicación, en el meollo de un campo saturado de pintura y escultura.
El texto de Ruiz destaca, justamente, aspectos éticos que los integrantes del grupo consideraban valores vitales en su actividad artística. La elaboración de propuestas que testimoniaran la situación imperante (no sólo en Colombia sino en América Latina), procuraba cuestionar toda forma de colonialismo cultural e individualismo. No se trataba de hacer crónica de lo cotidiano, sino de tornar evidente la forma como el artista debía asumir su función frente a la sociedad y la realidad en que estaba inmerso. De allí que, temas como la violencia, la represión y la oposición a prácticas imperialistas, fueran asuntos frecuentes en su producción. Para ellos, el concepto de “lo político” no radicaba en ingenuas alegorías, sino que esto implicaba la capacidad de asumir una posición ética frente a los problemas que se vivían en ese momento.