Este texto del historiador de arte José María Salvador acompañó una exposición retrospectiva de Édgar Negret (1920?2012) en Ciudad de México. La muestra fue realizada del 24 de octubre al 24 de diciembre de 1991 en el Museo Rufino Tamayo (en Chapultepec), y del 13 de febrero al 17 de mayo de 1992 en el Museo de Monterrey. Esta muestra es particularmente importante en la trayectoria del escultor colombiano; sin duda, tratándose de su exposición mayor y más completa realizada fuera de Colombia hasta la fecha.
El texto de Salvador es llamativo al centrarse en identificar varios factores ilustrativos de la escultura de Negret por su “complejo y plural contenido eidético y simbólico”. A lo largo del escrito se presentan argumentos indicativos de que las obras del escultor van más allá de “estériles abstracciones de aluminio”. Salvador logra resaltar conceptos, emociones, vivencias, ideas, sensaciones y gestos, con mucho más énfasis que las características formales y materiales de las esculturas.
Sin lugar a dudas, el texto de Salvador es uno de los primeros que agrupa y define un conjunto de esculturas realizadas por Negret, entre 1982 y 1991, denominando la serie como “etapa incaica”. En 1980, el artista viaja al Perú y visita varias ruinas arquitectónicas de la cultura incaica. Según Salvador, desde ese momento “comprende que los temas, modelos formales y significaciones de su escultura, antes inspiradas en la máquina y la naturaleza, deben emanar en lo sucesivo del universo de realidades, mitos y símbolos precolombinos”. Se argumenta que, a partir de ese viaje, Negret experimentó una profunda subversión de sus conceptos estéticos, lo cual demuestra que sus propuestas plásticas se trasformaron a partir de ello.