En 1942, el escultor Jorge Oteiza (1908−2003) había sido contratado por el Gobierno de Colombia para encargarse de organizar la enseñanza oficial de cerámica en la ciudad de Popayán. Poco a poco, Oteiza se convirtió en un referente central del arte en la zona del Valle del Cauca; muchos intelectuales, artistas y ciudadanos acudieron a sus clases y escucharon sus charlas sobre historia, teoría del arte y cultura europea. Uno de los personajes de esta ciudad que más influencia recibió de Oteiza fue el escultor colombiano Édgar Negret (1920?2012). Bajo la tutela del maestro vasco, Negret exploró diferentes materiales y técnicas que lo iniciarían en el mundo de la escultura.
De hecho, el texto “Fabricación del silencio” es una carta que dirige Oteiza a Negret, más de dos décadas después de su regreso a España, en 1948. Fue publicado inicialmente en 1966 y posteriormente en el catálogo de una gran exposición retrospectiva que hizo el Museo Español de Arte Contemporáneo (Madrid, 1983). El gran interés de este documento nos permite tener una idea clara de lo que Oteiza pensó sobre la obra de Negret. Además, es un registro que pone en evidencia su relación profesional y afectiva. El formato epistolar del texto lo hace muy especial, pues no es simplemente un crítico hablando de la obra de un artista; sino, más bien, un amigo hablándole a otro sobre lo que piensa de su trabajo y su proceso. Tanto el carácter íntimo como el lenguaje fraternal convierten al texto en un documento histórico asaz particular e ilustrativo.
En la carta mencionada, Oteiza le cuenta a Negret que se encuentra en una situación creativa complicada; vive una especie de crisis en su vida profesional. Habla de la época presente en el arte, donde la narración y el uso indiscriminado de discursos lingüísticos le ha restado poder y fuerza al objeto artístico; o sea, a lo material. A Negret, por el contrario, le hace saber que su obra “fabrica silencio”. A su juicio, la escultura del colombiano no necesita de discurso, ni tampoco de narración; en otras palabras, su obra de arte sólo permite silencio, acoge admiración. Esta consideración es de interés ya que se puede leer como consejo del viejo maestro a su joven estudiante. Por otra parte, es un reconocimiento al trabajo de Negret y una invitación a continuar por un camino previamente determinado. Se evidencia, en este documento, la relación de mutua admiración y respeto profesional entre ambos personajes.