“Memorias patrióticas de un voyerista”se devela como un documento significativo para percibir cómo la instalación En la punta de la lengua (1997) —realizada para la segunda edición del Premio Luis Caballero por el artista colombiano Rodrigo Facundo (nac. 1958)— fue acogida y divulgada por los medios de comunicación masivos como un retrato indiscutible, consciente y anónimo de la sociedad y la historia del pueblo colombiano del siglo XX. El documento hace una excelente descripción de los artefactos que conformaban la exposición, señalando, como valor estético y formal, la consciente selección de los medios técnicos utilizados para su composición: la fotografía y el video; los cuales afirma el artículo son los medios que más han incidido tanto en las propuestas artísticas como en la vida cotidiana durante el siglo XX. Aunque el documento cita palabras del artista sobre el origen investigativo de la propuesta, estas son tratadas de manera anecdótica convirtiéndolas en afirmaciones insuficientes para establecer una conexión directa entre el discurso histórico propuesto por Facundo y los principios mnemotécnicos planteados por Simónides. Esta carencia del artículo es de especial cuidado pues —al ser una propuesta concebida y galardonada en el Premio Luis Caballero— la arquitectura y espacio de la Galería Santa Fe cobra especial importancia motivada en los preceptos y las formulaciones del concurso [véase doc. no. 1098466].
Es importante señalar que la obra de Facundo —realizada a partir de fotografías fragmentarias y secciones repetitivas de video tomadas en diferentes lugares y períodos históricos del país y reunidas en función de contar una historia anónima de la nación— se inscribe dentro de la producción artística de los noventa en Colombia. Esta había sido impactada, entre otras cosas, por las teorías posmodernas del filósofo francés Jean-François Lyotard en torno a la construcción de discursos que convirtieron al artista en agente crítico y polifacético; la reconceptualización de la instalación a partir de la materialidad y la carga histórica que tanto objetos como imágenes cobran gracias al tiempo y al espacio que ocuparon; y, finalmente, ya sea por el rescate o bien la reconstrucción de la memoria colectiva como patrimonio. Esta temática estuvo auspiciada por políticas públicas tales como el Salón Nacional y los salones regionales de artistas (1997), los cuales giraban en torno al eje principal: “Arte y memoria”. Finalmente, cabe señalar la denuncia hecha por Olga Marín Arango en el documento que clasifica el medio artístico colombiano como un ghetto cerrado para quien no sabe de arte; sin embargo, la autora aplaude la propuesta de Facundo quien, según afirma, quiere “generar un lenguaje que la gente pueda entender con mayor facilidad”. En los medios masivos de años posteriores, eso será una constante.
Olga Marín Arango es comunicadora social y periodista. Se ha desempeñado como editora de la sección cultural del diario El Espectador, como directora de la Radio de la Universidad Nacional de Colombia (2005) y como coordinadora editorial del Ministerio de Educación de Colombia (2008).
El artista colombiano Rodrigo Facundo es egresado de la Universidad de los Andes y obtuvo la Maestría en Artes en la University of Illinois (Urbana-Champaign). Ganador de una de las menciones de la II edición del Premio Luis Caballero (1997) y del V Salón Regional zona Bogotá en el año 1998. Actualmente (2010) es docente de la Facultad de Artes de la Universidad de los Andes, en Bogotá.