El ensayo de Lucas Ospina (n. 1971) es pertinente al situarse como parámetro de comprensión para la teoría crítica y la forma estructural de la escritura que el autor colombiano emplea en sus textos críticos y curatoriales. De este modo, el documento se devela como una especie de declaración en torno a la crítica de arte en cuanto a práctica de traducción concierne. Esta debe estar al servicio de la obra, en vez de argumentar juicios de valor únicos para instaurarse en su contra o a favor. Tal posición —al establecer la crítica como espacio de diálogo y oportunidad para comentar el arte entendido como práctica institucional— afirma la operación crítica ejecutada desde una práctica autónoma, y se urde en la construcción de textos y de obras autónomas como imágenes; sin embargo, ambas son insuficientes la una sin la otra. Todo esto va estableciendo el ejercicio descriptivo en la crítica como único vehículo para entablar tanto las relaciones y el dialogo como la interpretación en consecuencia de la práctica de la crítica.
Es importante señalar que las afirmaciones del artista y crítico colombiano provienen de la concienzuda lectura y reconocimiento que Ospina hace de las estructuras del lenguaje utilizadas en el texto de Denis Diderot (1713–84) por medio de la narración como un sueño de la obra Le grand prêtre Corésus se sacrifie pour sauver Callirhoé (1765) del pintor Jean-Honoré Fragonard (1732–1806). En ese escrito se instaura la pieza como realidad narrativa próxima a cualquier lector, desvinculándola de la excluyente esfera del arte especializada y revelando la obra como construcción imaginaria de códigos comunes a todos. Es ahí donde la descripción permite señalar puntos de fuga para las posibles interpretaciones; ahí se instaura la crítica como punto neutral y utilitario que no determina explicativamente soluciones finales y canónicas de las lecturas. Importa resaltar el papel otorgado por Ospina, tanto a la crítica como elemento para hacer de las obras productos más accesibles al público como la visión de las carencias, no como defectos,sino como elementos de apertura a la construcción de diálogos entre el espectador, el artista y la obra.