En el año 2000, cumplieron ochenta años los destacados artistas colombianos Enrique Grau (1920–2004) y Édgar Negret (1920–2012). La República de Colombia decidió entonces condecorar sus respectivas obras para celebrar este acontecimiento. Este texto, escrito por el reconocido crítico de arte y curador Eduardo Serrano (n. 1939), pretende ubicar las obras de ambos en el panorama del arte del país durante el siglo XX, explicando, así, las razones por las cuales son merecedores de este homenaje.
La obra de Grau ha sido reconocida como una de las más originales en el país durante todo el siglo XX; especialmente por su imaginación desbordante y por la aparente futilidad de los personajes que la pueblan. Serrano la enfatiza en su relación con la idiosincrasia costeña, cuya alegría característica es identificable en la obra del artista oriundo de la ciudad de Cartagena de Indias. Cabe resaltar la intención crítica de su producción plástica, siempre dispuesta a poner en tela de juicio la banalidad de las costumbres humanas, de una manera irónica, plena de humor y frescura.
Negret, por su lado, es el escultor colombiano más célebre en el plano internacional. En su obra se unen una vasta cultura personal y un persistente deseo de innovación. Serrano pone en destaque la dimensión técnica de su obra, donde el uso de tuercas y tornillos en lugar de soldadura (así como la preferencia del aluminio en vez del hierro) atestiguan su espíritu moderno; siempre dispuesto a dialogar con prioridades del momento y a proponer soluciones escultóricas a los problemas plásticos específicos de su época.