El artículo reseñado es relevante frente a otros que se escribieron en torno a la figura del artista porque ubica la obra de Oscar Jaramillo (n. 1947) en un contexto más amplio y definido por la atención que prestaron un conjunto de artistas al tema de la ciudad como motivo artístico en la década del setenta.
Este dibujante y grabador no terminó estudios escolares ni profesionales y —en medio de una bohemia juvenil— se dedicó al dibujo en prostíbulos, bares y cafés. Participó en exposiciones colectivas a partir de 1971; en 1976, presentó su primera exposición individual. A partir de ella, comenzó a sobresalir por sus retratos urbanos de personajes marginales, hallados en contextos de exteriores callejeros o antiguas habitaciones. Jaramillo desarrolló una técnica de dibujo a lápiz negro con trementina sobre papel; posteriormente, incursionó en el grabado, medios éstos con los cuales ha creado una densa galería de retratos individuales o de grupo, de un profundo sentido humano y emocional.
El autor del texto, Mario Rivero (1935–2009), fue uno de los pioneros de la llamada poesía citadina en Colombia desde la publicación de su libro Poemas urbanos (1963). Fue cofundador de la revista Golpe de dados (1972–2009), publicando comentarios críticos sobre artistas en distintos medios. Fue autor de Arte y artistas de Colombia (1972), así como de las monografías de los siguientes artistas: Botero (1973), Rayo (1975) y Manzur (1983).