El documento es de importancia en Colombia al reconocer el performance como una práctica donde confluyen artistas que entienden el medio desde diferentes postulados teóricos; esto repercute en la forma y ejecución de sus obras y, en consecuencia, en la manera de entender y utilizar dicha práctica. El artículo posee carácter pedagógico en torno a la práctica al pretender explicar al público (no especializado) el performance; abordándolo como un medio de múltiples caras e imposible de abarcar en su totalidad. Se reconoce, así, la naturaleza de éste como un elemento en constante reconstrucción, de acuerdo a la línea de investigación de cada artista.
De manera adecuada, el texto señala que el performance implica un trabajo plástico con el espacio, el cuerpo y el tiempo; destacando, mediante la descripción de la obra El canto del deseo encantado que va a dejar su calma de Guillermo Marín (n. 1970), ciertos aspectos escultóricos, de instalación e incluso formales de la piezas. El documento también afirma esa práctica como un medio que ha cobrado importancia en la plástica nacional (desde los noventa) donde se mantienen ciertas corrientes o tendencias, casi opuestas. En consecuencia con lo anterior, el texto esboza tímidamente dos grupos en el meollo de este medio: uno que defiende el performance como expresión mística espiritual e invita a la contemplación —encabezado por las experiencias de María Teresa Hincapié (1954–2008)— y otro, coprofágico —ilustrado por la obra La indiferencia de Fernando Pertuz (n. 1968), donde el artista bebe y come sus propios excrementos cuyas propuestas “rozan el espectáculo”, apoyándose en la búsqueda de los limites de la condición humana. A pesar de hacer tal diferenciación, el presente artículo deja de lado elementos importantes tales como la crítica, la política y el humor, los cuales podrían ampliar la lecturas de las obras, ya sea modificando los grupos esbozados o bien amalgamando la práctica artística como un todo. Allí, donde, a pesar de haber tendencias que se contraponen, todas ellas apuntarían hacia lugares comunes.
Aunque el documento revela la ligereza con que se escribe sobre prácticas artísticas actuales en los medios masivos de comunicación colombianos, trae a la luz su cuño didáctico con miras a ampliar un público ante los eventos de la plástica nacional. Se citan palabras del artista mexicano Manuel Romero, quien establece la diferencia entre performer y “actor” afirmando a los protagonistas del performance como obras en sí y expresiones vivas que son expuestas al público fuera de un escenario.