La pertinencia de este documento radica en registrar cómo el Salón Arturo Ravinovich, en su momento, fue una respuesta abierta a la carencia de espacios para los artistas jóvenes en la ciudad de Medellín, al inicio de la década de ochenta. En la primera edición, el Salón “causó gran impacto en una ciudad donde los procesos artísticos pertenecían a un orden limitado de expresión como era el manejo figurativo y técnico de Eladio Vélez, Pedro Nel Gómez y otros”. El jurado —compuesto por los artistas colombianos Santiago Cárdenas Arroyo (n. 1937) y Álvaro Herazo; el primer director del Museo de Arte Moderno de Medellín, Jorge Velásquez, Tulio Rabinovich y el curador Alberto Sierra Maya— seleccionó a ocho artistas jóvenes y se le asignó el premio a María Teresa Cano (n. 1960), por su obra Yo servida a la mesa.
Cabe precisar que los objetivos del Salón han sido: el estimular a estudiantes de artes de diferentes universidades del país para buscar la profesionalización del oficio; el revitalizar la escena artística de Medellín y honrar la memoria de Arturo y Rebeca Rabinovich. El Salón contó como antecedentes artísticos inmediatos con la I Bienal Iberoamericana de Pintura —patrocinada por la empresa de textiles Coltejer, en 1968— y la fundación, en 1978, del Museo de Arte Moderno de Medellín (MAMM). Este último surgió como respuesta a la necesidad de contar con espacios para el arte contemporáneo en Medellín, en vista de la crisis que, por ese momento, sufría el Museo de Antioquia.