Escrito por César Augusto Martínez, uno de los miembros más activos del movimiento del arte chicano de la década de 1970, “Arte Chicano” comenta las implicaciones del término “chicano” (en la Primera Parte) y el estatus del arte chicano en los circuitos de arte convencionales (en la Segunda Parte). En la Primera Parte, el autor señala algunas de las connotaciones conflictivas y controvertidas del significante “chicano”. Por un lado, el término está asociado con los estereotipos negativos de pobreza y criminalidad. Por otro lado, es empleado con orgullo por los activistas comunitarios, que celebran sus orígenes sociales y económicos. Como extensión de ello, el arte chicano implica activismo político, el reconocimiento de la comunidad de donde surge y la lucha por los derechos civiles. En la Segunda Parte, Martínez identifica estas inclinaciones políticas y comunales del arte chicano como obstáculos que impiden su reconocimiento entre los círculos académicos. Por esa razón, Martínez pone en duda los criterios convencionales que rigen la legitimización del arte que, según él, solamente se basan en aspectos del arte estilísticos y formales. El autor asevera además la diferente naturaleza de la identidad cultural chicana, es decir, la compuesta por una fusión de raíces mexicanas, estadounidenses, europeas, indígenas y “cualesquiera”. De esa forma, el arte chicano rechaza “pautas nacionalistas” y su sencilla clasificación, poniendo en cuestión las ideas preconcebidas y los prejuicios del público y la audiencia. Finalmente, Martínez plantea que el arte chicano, al igual que todo tipo de arte, debe comprenderse teniendo en cuenta el contexto de donde emerge.