En “Nueva Pintura de Cuba”, la académica cultural cubana Graziella Pogolotti ilustra la importancia de una generación específica de artistas cubanos que empezaron a pintar durante el periodo más tumultuoso de la historia del país. La obra de estos artistas plasmó el sentimiento anti-Batista en la exposición de 1953 titulada Homenaje a Martí, que posteriormente se vio reafirmado en la revolución de 1959. Pogolotti incluye citas de los pintores Raúl Martínez, Hugo Consuegra y Orlando Yanes para mostrar que la Revolución Cubana revitalizó a los artistas y estableció un nuevo propósito para las artes cubanas: reflejar el sentido de la realidad transitoria de Cuba. Pogolotti explica que desde su perspectiva posrevolucionaria, esta nueva generación de pintores fue capaz de liberar al arte cubano del inerte academicismo, dando como resultado un moderno y auténtico arte cubano. Para poder promocionar sus trabajos, Pogolotti declara que los pintores tenían que abandonar la tradición y después descubrir su propio conjunto de valores esencialmente cubanos, entre los que estaban el patriotismo, la dignidad y la solidaridad. Para reforzar la validez del arte nacional, Pogolotti identifica una serie de elementos plásticos singulares a Cuba y los asocia con grupos de artistas modernos del país. Amelia Peláez y René Portocarrero exhiben la sutil sensibilidad barroca que equilibra las formas opulentas. Pogolotti considera a Wifredo Lam, Ángel Acosta León, Julio Herrera Zapata y Roberto García York como surrealistas, puesto que representan objetos sencillos y familiares de forma lírica. Antonio Vidal, Antonia Eiriz, Juan Tapia Ruana y Guido Llinás formaron parte del grupo conocido como Los Once, conjunto dedicado al expresionismo abstracto con pinturas dinámicas y liberadoras. Por otra parte, Salvador Corratgé y Pedro de Oraá representan a una minoría de pintores modernos cubanos cuya obra tiende hacia el arte concreto a través de abstracciones intelectuales sumamente purificadas. Por último, Pogolotti describe el trabajo de Servando Cabrera Moreno, Fayad Jamís y Orlando Yanes —tras su regreso a Cuba— como un tipo de realismo que rechaza lo formal, y en su lugar expresa una experiencia directa de la Revolución.