El historiador del arte Robert Goldwater analiza en este artículo la vida y obra del pintor mexicano Rufino Tamayo. Goldwater explica que, aunque se considera que Tamayo posee un estilo individual, una vez que se han montado sus trabajos, resulta del todo evidente que su obra es profunda y diversa. Goldwater también afirma que Tamayo deja claras sus fuentes artísticas, logrando su originalidad a través del reconocimiento de estas influencias, y relata la historia de los orígenes zapotecas de Tamayo, los años vividos con su tía en Ciudad de México y el trabajo en su frutería, su empeño y posterior desilusión con la educación artística académica en la escuela de bellas artes. Goldwater comenta después la carrera de Tamayo empezando por su empleo en el Departamento de Dibujo Etnográfico, puesto que llevó a Tamayo a apreciar las artes tradicionales de México. Además del análisis de la obra del pintor, Goldwater describe la escena del arte mexicano durante y después de la Revolución Mexicana, y en el que aparece el programa muralista establecido por José Vasconcelos, secretario de educación pública, y las escuelas al aire libre. Con minucioso detalle se describen los años pasados por Tamayo enseñando y residiendo en los Estados Unidos, la relación entre la obra de Tamayo y las pinturas de Pablo Picasso, los escasos experimentos de Tamayo con la escultura y su mural en el Smith College. Goldwater declara que, finalmente, sobre la trayectoria artística de Tamayo no se puede llegar a ninguna conclusión debido a la diversidad y profundidad de su obra, y que resulta evidente que habrá mayor crecimiento y evolución en su estilo artístico.