Artículo de Ramiro Pérez Reinoso escrito a propósito de un texto de Alberto Gerchunoff publicado en el diario La Nación de Buenos Aires (31 de enero de 1926). El autor recoge la opinión del intelectual ruso-argentino, quien consideraba como “una fantasía inútil” pretender articular un arte americano sobre la base del legado precolombino. Pérez Reinoso conviene en que el legado precolombino “se construye y amplía sobre sí mismo”, o bien “se agrega al arte cosmopolita como valor de complementación”. Desprovisto del ideal clásico, el arte indígena sería incivilizado y carecería de universalidad y belleza. Pero, en su opinión, “hoy el arte no es sólo una manifestación de lo bello”. La perfección clásica no sólo habría devenido vulgar por ser “inevitable para nuestros gustos”; sino que, además, “en la estética de los artistas de izquierda” representaría “el más combatido conservadurismo”. Por el contrario, el arte nuevo busca “el miedo, la paradoja, el exotismo”, todo aquello que Gerchunoff señalaba “como la distancia entre el arte indígena y el espíritu bonaerense”. En este sentido, el arte precolombino “es historia y leyenda, vestigio rico de vidas antiguas, y en ello tiene su poema propio, su belleza interior e inmaterial”. Subordinar estas manifestaciones a la categoría de belleza es “una falta de disposición para la comprensión y generosidad espirituales”, por lo que concluye felicitando a quienes intentan revalorarlas.