Artículo de Alberto Gerchunoff, escritor y periodista ruso radicado en Buenos Aires, en el que critica a “los predicadores del americanismo, (…) a la vez nacionalistas y continentalistas”; esto es, aquellos que sugieren a los artistas “aspirar a una estética americana, desnudada en lo posible de las influencias occidentales”, en base al uso de formas y motivos del arte prehispánico. El autor considera que se trata “de una doctrina en extremo sencilla” dado que, por la dispersión fragmentaria de los objetos de esta época, no es posible comprender a la sociedad que los creó. Además, al no haber ningún vínculo real con los sentimientos y el modo de vida del pasado, “no logramos penetrar su sentido pretérito, no conseguimos comunicarnos con su secreto, que es como el arte nos atrae al tornarse accesible a su confidencia”. El arte europeo, en cambio, teniendo en cuenta que América ha vivido bajo el influjo de la cultura occidental durante muchos siglos, despierta en nosotros “ecos análogos a los que originaron esas creaciones (…) sin que sea indispensable (…) aplicar a su interpretación exacta un complicado proceso mental”. En este sentido, indica que lo importante, en el arte, es que la “fuerza evocadora del artista” sea “una fuerza presente”.