Teófilo Castillo (1857–1922) fue un artista, fotógrafo y profesor peruano conocido principalmente por sus pinturas paisajísticas de lugares peruanos emblemáticos, como el Templo del Sol de Cusco, la cordillera de los Andes en Áncash y el Huascarán. Durante su estancia en Argentina con su esposa, Castillo se dedicó a la fotografía y, tras su regresó a Lima en 1906, comenzó a impartir clases de pintura y a trabajar como crítico de arte. Sus cuadros se distinguen por la inclusión de detalles arquitectónicos precisos y exactos. Castillo fundó en 1920 el periódico Sol y Nieve en Tucumán, Argentina.
Arthur [Arturo] Posnansky (1873–1946) (citado como Arthur Posnanski en el artículo de Castillo) fue un explorador, ingeniero, navegante, arqueólogo amateur y emprendedor austriaco que se mudó a Sudamérica en 1896 a los veintitrés años. Después de participar en una serie de expediciones por el Amazonas, Posnansky fundó su propia compañía de navegación por el gran río. Durante la Guerra del Acre entre Bolivia y Brasil (1900–1), Posnansky rescató a varios miembros de la guarnición de Acre en Brasil y fue apresado por el ejército brasileño, aunque posteriormente pudo escapar y huir a Europa. Tras su regreso a Bolivia, inició una serie de exploraciones por los altiplanos peruanos y bolivianos, ofreció conferencias y publicó artículos sobre sus hallazgos arqueológicos. Su libro más importante, titulado Tiahuanacu, la cuna del hombre americano, fue una obra de varios volúmenes sobre las ruinas bolivianas de Tiahuanacu. El libro incluía fotografías y observaciones que se han convertido en una importante crónica para los posteriores estudios arqueológicos. Posnansky construyó en una plaza de Bolivia una reproducción del templo semi-subterráneo de Tiahuanacu, además de su residencia de estilo neo-tiahuanacu. El hogar, conocido como el “Palacio Posnansky”, fue posteriormente convertido en museo y biblioteca para exhibir sus hallazgos. El artículo de Teófilo Castillo, "América monumental. El Palacio Posnanski de La Paz", publicado en 1918, refleja el creciente interés entre los artistas, arquitectos e intelectuales latinoamericanos por la integración del patrimonio arquitectónico indígena que empezaban a revelar las investigaciones arqueológicas [y comenzaban a formar parte] de las modernas construcciones arquitectónicas.