Francisco Oller (1833–1917) nació en San Juan y creció en el seno de la rica burguesía criolla de Puerto Rico. Descubierta su aptitud desde bien temprano, en 1851 se inscribió en la Academia de San Fernando de Madrid, ciudad donde quedó cautivado por las pinturas de Velázquez. Durante su segunda visita a Europa en 1863 entabló una estrecha amistad con Camille Pissarro, otro isleño nacido en Santo Tomás (actualmente, Islas Vírgenes estadounidenses), y se familiarizó con las enseñanzas de Gustave Coubert. La relación con pintores progresistas como estos animó a Oller a dominar las propiedades técnicas del impresionismo, como la luz y el ambiente. Tras regresar a San Juan, estableció una escuela de dibujo, se casó y fue nombrado pintor de cámara del rey de España. Poco después volvió a Europa y exhibió sus obras en el cuarto Salon des Refusés [Salón de los Rechazados], y realizó una exitosa exposición en el palacio sede del periódico La Correspondencia de España, momento culminante de su trayectoria. Oller regresó a su patria por última vez en 1896, estancia que lo llevó a la desilusión por la falta de accesibilidad al arte contemporáneo en Puerto Rico. De 1902 a 1904 impartió clases en la Escuela Normal, lugar donde pronunció esta charla, hecho que puede haber motivado a la dirección del centro a prescindir de su cargo como profesor por su polémico apoyo a la escuela realista. Oller fue un diligente y consagrado maestro. Su primer pupilo conocido fue Paul Cézanne, y durante sus etapas en Puerto Rico fundó numerosas escuelas. Jugó un papel esencial en el impresionismo europeo, y se le atribuye la introducción de este estilo en España, además de la defensa de la necesidad de cambios en el arte de su país. Fue el primer pintor en plasmar la realidad de Puerto Rico, hecho que sentó las bases para el establecimiento de un significativo y relevante arte nacional.