Esta reseña fue escrita para el ministro de obras públicas de México por Pedro Escandón, diplomático mexicano y presidente de la comisión mexicana para la Exposición Universal de productos agrícolas, industriales y de bellas artes realizada en París en 1855. En el ensayo, Escandón comenta los trabajos artísticos enviados al jurado de la exposición desde Francia, Alemania, Inglaterra, Bélgica, España, Italia, Suiza, México y otros países. En el texto analiza los méritos y defectos que caracterizan la producción artística de cada país, y asegura que las obras de los artistas franceses, entre los que figuran Jean-Auguste-Dominique-Ingres y Ferdinand Victor Eugène Delacroix, constituyen el ejemplo de mayor calidad entre las piezas enviadas y que los convierte en genuinos herederos del legado de los maestros del Renacimiento. Escandón critica el trabajo de Juan Cordero?único pintor mexicano con obra expuesta en la Exposición Universal de 1855?, por su imitación de la escuela de pintura manierista italiana en vez del más original estilo francés. Posteriormente manifiesta que la pieza de Cordero titulada Mujer Adúltera, que evita abordar los asuntos y temas singularmente latinoamericanos, no solo carece de perspectiva, sino también de originalidad. Escandón declara que Mujer Adúltera, a diferencia de su Cristóbal Colon, necesita de la especificidad del Nuevo Mundo en su color y paisaje y que, de esa forma, podría pasar como el trabajo de un pintor europeo pero no de un artista americano. Escandón elogia La majada de indios peruanos de Don Ignacio Merino, y El Alfarero de Francisco Laso por sus inconfundibles temas americanos. Aún así, Escandón resalta la importancia de tener unas bases europeas [de conocimiento y formación], y por ello recomienda a los pintores mexicanos de la Academia de San Carlos que visiten Europa y estudien la pintura de Francia, Italia, España y Alemania. Por último, concluye que los artistas de la tradición española deberían aceptar su inferioridad sin llegar al desánimo, puesto que la calidad de sus trabajos no refleja el espíritu y la inteligencia de los pintores americanos.