El texto indaga sobre cuál es el sentido actual de persistir en las raíces nacionales en el meollo de la era de globalización. A juicio del autor, no se trata más de la definición de una determinada “identidad”, sino de la capacidad de sacarle provecho de esa contradicción específica que emana de las paradojas internacionales, vinculándose a sus contradictorias diferencias, intervalos y desproporciones en el cierne del sistema. Nelson Brissac considera necesario, para el artista, el tender un puente entre lo local y lo universal, cobrando siempre conciencia de su localización de cuño geopolítico en el mapa de bloques y flujos mundiales. En dicha dinámica se da la abolición de las relaciones centro/periferia, ahí donde todos los puntos resultan intercambiables. El lugar se vuelve paisaje, donde ya no es posible fijarse, establecerse. En esta reflexión, el autor pondera los diversos trabajos de videomakers en Brasil, tales como Sandra Kogut y Eder Santos, ambos interesados en el fenómeno de los medios de comunicación de masas y en el sondeo de los recursos tecnológicos para representar lo imaginario de diversas culturas y locales. Se menciona a artistas participantes en el evento Arte/Cidade (muestra bajo su curaduría) —Guto Lacaz y Rubens Mano, entre ellos—, quienes entretejen algunas cuestiones medulares del arte contemporáneo, tales como la visión y la óptica, la escala y la interactividad.