La dificultad de hacer un balance de la vasta variedad de realizaciones del galerista de São Paulo Marcantonio Vilaça, dada la multiplicidad de su actuación pública, es el tenor de este texto. Se considera que el galerista cumplió una misión incuestionable de aglutinador internacional de la cultura, afirmándose que coleccionaba arte para saciar su curiosidad y la diversidad de sus gustos e intereses, hasta llegar a descubrir cómo, obras de diferentes contextos, pueden semejarse en lo tocante a la sensibilidad. Dan Cameron, el curador de los Estados Unidos, define la galería fundada por Vilaça en el barrio de Vila Madalena como la primera “translatina”, que servía para demostrar que los artistas brasileños gestaron una cultura híbrida convincente. La mirada crítica de Vilaça era algo innegable, y al mismo tiempo sensual, lo que traza los lindes de sus selecciones artísticas: Lygia Clark, Hélio Oiticica, Lygia Pape, Cildo Meireles, Tunga, Waltércio Caldas y Mira Schendel. Por otra parte, lo que escoge de la siguiente generación apunta de forma tajante hacia Vik Muniz, Leonilson, Ernesto Neto, Jac Leirner, el fotógrafo Rio Branco, Adriana Varejão, Beatriz Milhazes, Iran do Espírito Santo, Rivane Neuenschwander y José Damasceno, todos ellos beneficiados de la coincidencia entre la repercusión personal de sus trabajos a escala internacional gracias a la actuación selectiva de Vilaça. En otras palabras, su selección testimonia para Cameron que una persona es capaz de cambiar de dirección “el gusto” que circula a nivel internacional, posibilitando, así, el conocimiento del proceso de pensamiento en que se cimienta una colección.