A juicio de Ivo Mesquita, los cambios político-económicos y las crisis sociales en el Brasil (todas fundadas en un proyecto colonial) colocan al país en la dependencia de las perspectivas no optimistas para el final del milenio en el resto del mundo. Menciona los avances de la tecnología, los excesos de información, la globalización de la cultura urbana, la interdependencia del capital y del mercado (del arte), los cuales se han hecho transnacionales. En su opinión, la “modernidad” soñada es siempre una promesa pospuesta; preguntándose qué lugar puede reservarse el arte. Haciendo un histórico de los cambios ocurridos desde el siglo XIX y considerando “la gran ruptura” con el proceso moderno, se da el surgimiento del arte Pop en el meollo de la sociedad de masas. Debido a la estetización de la vida y de la existencia, el arte vino a ser desacralizado. Con la manipulación de las imágenes se controla todo: la apropiación, la cita y la distribución (de las obras) que significaron un quiebre temporal. Cabe al artista comprometerse con la sensibilidad temporal, con la operación creativa y crítica tanto de las imágenes como de la representación. Considera él que, en la posmodernidad, no cabe un tipo de discurso privilegiado en la cultura, sino una oscilación entre mayor y menor densidad discursiva. El organizar una muestra panorámica no implica el señalar tendencias, sino el adoptar la diversidad como mero criterio de selección; su estrategia sería la de agrupar producciones que posean el espíritu de la actualidad. Mesquita defiende que una muestra sea el territorio de descubrimientos y sorpresas, así como de la experiencia de mirar. Cree en la necesidad de ahondar en los medios de expresión agotados y en la radicalización al llevarse los lenguajes a su límite; encajando así contenidos de cuño ya sea sociopolítico o bien antropológico. Finalmente, para presentar a los artistas escogidos para la muestra, el curador de Panorama da arte brasileira apuesta en la objetivación de realidades, rechazando el tipo de curaduría que opera como “orientación” y promoviendo el debate sobre las prácticas (curatoriales) institucionalizadas, sabiendo que él mismo parte de opciones personales, arbitrarias y sin la menor posibilidad de verdad absoluta.