En los ochenta y en plena vigencia del fenómeno cultural y mercadológico de la llamada “vuelta a la pintura”, el artista de medios múltiples Mário Ramiro sustenta que el arte tecnológico es, en ese momento, uno de los pocos que mantiene el espíritu tanto experimental como investigativo. A su juicio, sus tentativas en ese sector implican una cartografía en medio de la entropía y del marasmo en el que se halla extraviada la creación artística. Señala que el descubrir lo más oculto de la forma y traerlo a la luz no es tarea fácil, ya que la gran mayoría de quienes se postulan a la modernidad insiste en la producción de objetos que responden al problema de modo superficial. El autor penetra con concisión histórica en lo que representa el nuevo paisaje que modela el siglo XX según invenciones generadas, por ejemplo, por la electricidad. Postula la existencia de un avance considerable entre aquellos artistas cuya obra tiene sustentación tecnológica y enfoca el cotidiano vía productos de alta tecnología, donde se da la transferencia de memoria de un cuerpo a otro “clonado”; en su opinión, ese es el momento culminante en la creación de un organismo vivo y eterno. Valiéndose de la ironía, hace la previsión de un sistema programado, “holo/sintetizado” que ponga a rodar infinitos archivos de las cualidades divinas elevadas a la enésima potencia. He aquí, plantea Ramiro, un verdadero Hijo del Hombre, un Dios omnipotentemente artificial.  

Trátase de un texto paradigmático de una de las dos vertientes en las que se bifurca el arte llamado “tecnológico”. Valiéndonos de categorías semiológicas, postuladas en principio por Umberto Eco (1932–2016), es muy posible colocar a Mário Ramiro (n. 1957) como un artista no apocalíptico y sí totalmente integrado. Exacerba los beneficios del impacto computacional e informático traído a la humanidad. Su provocación, mordazmente, se coloca en una trinchera de ostensiva oposición a su generación que optó, reaccionariamente, por la llamada “vuelta a la pintura” valiéndose de medios tradicionales (pinceles y pigmentos) promovida por el mejor postor: el mercado; un fenómeno que ya había sucedido en Europa de entreguerras para sofocar la fuerza de las vanguardias bajo el nombre de “retour à l’ordre”. Por otra parte, la actitud de Ramiro denuncia el misticismo a partir del cual ciertos “integrados” operan como vehementes creyentes en el simple uso de la tecnología.

Sin duda, Ramiro es uno de los artistas más activos de su generación frente al importante nexo que se traba entre arte, ciencia y tecnología. De hecho, sus experiencias de arte telecomunicativo lo colocan en un contexto internacional. El inicio de su trayectoria se da con intervenciones en espacios públicos de São Paulo, aunado a dos artistas (Hudinilson Jr. y Rafael França) con quienes forma el grupo 3NÓS3. Realizó obras experimentales con copias Xerox, videotexto y slow-scan, entre otros medios expresivos. En la actualidad, mantiene sus actividades artísticas siendo también profesor en la ECA-USP (Escola de Comunicações e Artes da Universidade de São Paulo).

[Respecto al grupo 3NÓS3, están accesibles en el archivo digital ICAA los siguientes textos: del propio Ramiro “Zona de Tensão” (doc. no. 1111240) y de Ramiro, Hudinilson Jr. y Rafael França “3NÓS3 / Intervenção urbana” (doc. no. 1110667)].