Fábio Duarte observa a través de su ensayo que el ciberespacio es el nuevo territorio de intercambios comunicacionales, libre de fronteras y barreras ideológicas. Lo define espacialmente como una trama informacional donde se entrelazan medios de telecomunicación y de informática (ya sean digitales o bien analógicos) en escala global o regional. Incluye en ese ciberespacio el teléfono, el celular, el radio, la televisión, los intranets y el internet, entre otros. Duarte discute ciertas acciones que vienen siendo realizadas en el ciberespacio, las cuales intentan crear estructuras democráticas (en esferas tanto artísticas como políticas) capaces de tornar más dinámicas las transformaciones culturales en el territorio geopolítico. Más aún, el ciberespacio torna potenciales algunos ciberlugares, comunidades virtuales que se conectan entre personas formando grupos de debate, cambiando informaciones y experiencias. Contando con una estructura descentralizada y alcance global, sin fronteras geopolíticas ni menos flujos codificados de información, el control de la internet no sólo pasa a ser tecnológicamente imposible, sino que también es políticamente inviable. El autor alerta, no obstante, a la existencia abismal entre las escasas regiones del globo que disfrutan el ciberespacio y la gran cantidad de la población mundial que ni siquiera tiene acceso a esa forma de cultura ni al involucramiento con su ambiente constitutivo.