En su texto de presentación, la curadora y periodista Teniza Spinelli esboza una breve genealogía de los diversos clubs de grabado en el Brasil; y lo hace inicialmente con el Grupo de Bagé (1948), pasando por el Clube de Gravura de Porto Alegre (1950), el cual implanta el modelo para la formación de posteriores clubes diseminados en el país y en el Cono Sur a partir de 1952 en ciudades como Curitiba, São Paulo, Santos, Río de Janeiro y Recife, además de los que se abrieron en Buenos Aires, Montevideo y Santiago de Chile. La autora enfatiza que todos ellos, y en cierta medida, no hicieron sino repetir lo trazado en los años treinta por el TGP (“la exitosa experiencia mexicana del Taller de Gráfica Popular”), encabezado por Leopoldo Méndez. La autora resalta, más aún, la importancia que cobra la fundación del Grupo Bode Preto (1959), compuesto por egresados de la Escola de Belas Artes de Porto Alegre, los cuales supieron asociar un arte con tintes expresionistas a “la libre investigación estética”. A inicios de los ochenta, según Spinelli, hubo la reactivación de las Ferias de Grabado en la Praça da Alfândega (Porto Alegre) y la formación del grupo MAM (iniciales de los artistas Maria Tomaselli, Anico Herskovits y Marta Loguércio), marcando así el inicio del consorcio de grabadores que posteriormente se traslada al taller Oficina 11 (1991) y, poco después, al Museu do Trabalho, el cual asume la coordinación del consorcio de grabadores hasta hoy vigente. Otro club importante fue el Atelier Livre da Prefeitura (1960), bajo la coordinación de los artistas brasileños Iberê Camargo, Francisco Stockinger y Danúbio Gonçalves; el cual, dicho sea de paso, existe hasta la actualidad.