El crítico de arte brasileño Frederico Morais se apoya en dos textos sobre la revuelta estudiantil de mayo de 1968 en París; uno es del crítico francés Michel Ragon, “L’artiste et la société” y el otro, “L’image-action de la société ou la politisation culturelle”, del sociólogo suizo Alfred Willener. El objetivo de Morais es el de vincular las manifestaciones ocurridas dicho año contra ciertos valores políticos y de comportamiento que, de un modo u otro, habría instituido el arte de vanguardia, lo cual, a su juicio, iría desde las prácticas dadaístas a inicios del siglo XX hasta expresiones brasileñas surgidas al principio de la década de los setenta. En opinión de Morais, estudiantes y artistas tendrían en común el objetivo de liberar las potencialidades del individuo bajo formas colectivas que traen a la luz el despertar de un comportamiento sociopolítico innovador, dando énfasis a la creatividad. Se hace referencia a algunos lemas escritos en los muros parisinos —entre ellos, “El arte ha muerto: hay que crear nuestro cotidiano”—, así como también al programa de actividades del Museu de Arte Moderna – Río denominado Domingos da Criação y a cargo del propio Morais. A su juicio, la integración del espectador en la obra es capaz de estimular al público respecto a los asuntos de “entendimiento” y “creación” ya sea en el arte así como en la vida. El texto concluye defendiendo la disolución del arte en lo cotidiano, según fue reivindicada en los eslóganes del ’68 parisino, de manera semejante a como lo habían hecho antes las vanguardias históricas del siglo XX, operando en nombre de la “creación libre” así como también del propio “ejercicio de la libertad”.