El crítico Ferreira Gullar entrevista al artista Ivan Serpa, quien cree que su pintura representa el contadictorio mundo de su época, donde se construyen artefactos de destrucción y otros capaces de hacer que el hombre flote en el espacio sideral. El pintor juzga que los artistas atienden a dos funciones: ya sea que desarrollen técnicas para trabajos en la industria o bien que hagan que las personas piensen en el mundo. Serpa está convencido de que en su pintura no hay temática narrativa ni tampoco expresionismo; su enfoque se dirige hacia el hombre y sus problemas, evitando así cuestiones de estética pura. Después de la experiencia transcurrida desde mediados de la década de los cincuenta, admite que el “arte concreto” fue un equívoco; careció de consistencia y estaba condenado a fracasar en Brasil. Le faltaron los medios suficientes para comprender el país y su condición de subdesarrollo, por lo que un arte altamente técnico, como el concreto, sólo pudo ser pretencioso. Serpa percibe ya la rápida absorción de los artistas jóvenes por el mercado del arte, así como la proliferación de falsos artistas primitivos. Su imaginación anhela ver sus obras expuestas en lugares de alta frecuencia colectiva, para que tuvieran acceso todos. Es de la opinión de que el arte debería comunicar algo a la colectividad y marcar presencia en museos vivos y didácticos, volcados hacia el pueblo.

Después de su gran aporte a la teoría y al desarrollo del grupo neoconcreto en Río de Janeiro a fines de los cincuenta, el crítico brasileño de arte [José Ribamar] Ferreira Gullar (n. 1930) genera un nuevo enfoque entre el artista y la sociedad, entre el arte y la realidad. Con el cuidado que merece la censura posterior al golpe militar, a partir de 1965, Ferreira Gullar escribe de manera regular en la revista Civilização Brasileira, donde expone sus ideas bajo un nuevo lente marxista y lleva a cabo entrevistas con artistas de su predilección. En este caso con uno de los pilares de lo que será después el grupo neoconcreto.

Ivan [Ferreira] Serpa (1923?73) participó del grupo Frente —Lygia Clark, Abraham Palatnik, Hélio Oiticica, Aluísio Carvão, entre otros— en Río de Janeiro, encabezando un tipo de abstracción geométrica, a mediados de los años cincuenta. Desde 1947 y a instancias del crítico de arte Mário Pedrosa (1900?81) se había adherido a la corriente no figurativa. Desde 1952, se dedica a cursos de pintura para niños, realizados en el MAM-Río, una actividad que mantendrá a lo largo de su vida. Participa de exposiciones de arte concreto, en Río, São Paulo y Zúrich (Suiza), donde es premiado. A principios de la década de los sesenta realiza algunas experiencias pictóricas en el campo de la figuración —entre las cuales la llamada “fase negra”, de tendencia expresionista con figuras deformandas en coloraciones grisáseas y obscuras— la cual surge en un momento nacional de crisis política que culmina con el golpe militar del 31 de marzo de 1964. A partir de 1965, Serpa vuelve a la abstracción geométrica con elementos extraños ligados a la sensualidad de la forma.

La presente entrevista trata de ese cambio de rumbo y del desengaño suyo ante el arte concreto. Por otra parte, revela su aproximación a la realidad social; algo que será dominante en la nueva generación de artistas que se identifican tanto con las nuevas figuraciones que surgen como con el arte Pop.

En referencia a este asunto, consúltese de Mário Pedrosa, “Serpa, mostra-despedida”, Jornal do Brasil, Río de Janeiro, 8 de abril de 1958; y “Grupo Frente”, presentación del catálogo de la 2ª. Mostra no MAM-Río, julio de 1955.