En la década de los cincuenta y siendo consecuente con la línea formalista y cosmopolita de su labor crítica, la historiadora argentina Marta Traba (1923–83), radicada en Colombia desde 1954, valora la obra de los artistas alemanes. Dos de ellos residentes en Colombia, Guillermo Wiedemann (1905–69) —desde 1939— y Leopoldo Richter (1896–1984) —a partir de 1935— hicieron investigaciones de orden plenamente estético que superan, en calidad técnica y conceptual, los logros de la tendencia americanista de las décadas anteriores. Sus argumentos se soportan en la apreciación de supuestos de la crítica modernista (estilo, forma, originalidad) y ofrecen pistas para conocer una posición crítica particular ante la producción de artistas extranjeros que miran e interpretan el entorno local. En este artículo, la autora defiende una posición de simpatía por los alcances estéticos europeos que han logrado expresar entornos locales, brindándoles así una dimensión universal; para esto, ofrece los ejemplos tanto de Paul Gauguin, en Tahití, como de Wiedemann y Richter observando las comunidades afroamericanas e indígenas colombianas, respectivamente. Trátase de un artículo interesante para considerar, a la luz de las contrastantes posiciones contemporáneas, los incontables procesos de dominación poscolonial.