André Salmon (1881-1969) fue escritor, poeta y crítico de arte francés, muy amigo de Pablo Picasso (1881-1973), de Guillaume Apollinaire (1880-1918)y de Max Jacob (1876-1944) con quienes fundó la revista Le festin d’Esope. Quizá una de las anécdotas más o menos conocidas de este crítico y Picasso, fue la de haber ayudado al pintor a ponerle nombre a la pintura Les demoiselles d’Avignon. Esta reseña se publicó traducida al español en El Universal Ilustrado, pero originalmente fue escrita en francés por Salmon para ser el prólogo de la exposición Des tapisseries mexicaines de Lola Velaszquez Cueto [sic] en París, Salle de la Renaissence del 6 al 19 de febrero de 1929. Este mismo escrito fue publicado incompleto en el periódico francés La Comédie el martes 12 de febrero de 1929. (Para la reseña en español, ver doc. no. 800967). La importancia de este documento radica en ser un testimonio de la estrecha relación que mantuvieron los vanguardistas europeos con muchas otras corrientes y posturas, tales como las de los latinoamericanos. En este caso Lola [Velázquez] Cueto (1897-1978) hizo tapices a partir de formas retomadas del mundo prehispánico con una influencia claramente nacionalista, así como reinterpretaciones de los vitrales de la catedral de Chartres en Francia. Por otro lado, sus citas a pinturas de Diego Rivera (1886-1957), de Téodore Rousseau (1887-1910) y de Jean Charlot (1898-1979), colocan a Lola no como “copista” sino como reintérprete de la obra de estos artistas a través de una técnica suya, prácticamente exclusiva. Por otra parte, Salmon escribió una carta sin fecha a Lola Cueto, firmada de su puño y letra, donde externa su admiración y más profundo respeto por su obra. Es relevante que al ser un crítico tan importante y gran defensor del cubismo haya tenido la libertad de reconocer en una obra como los tapices de Lola, la honestidad y sencillez de una artista comprometida tanto con su época como con su país.