Este artículo, publicado por la revista Plástica en su primer número, muestra, de manera fehaciente, que en el ámbito artístico colombiano se habían desarrollado en los cincuenta las condiciones propicias para el advenimiento de la pintura moderna. La actitud de Marta Traba (1923-83) y sus comentarios sobre los lienzos expuestos dan fe de la existencia de una crítica profesional que, con base en el análisis de las obras, estudia las características plásticas de los autores y su relación con tendencias modernas de representación tales como el arte abstracto. Asimismo, la existencia de galerías en Bogotá como “El Callejón”, donde, desde 1951, Casimiro Eiger (1911–87) había acogido obras de artistas de las más variadas tendencias, en opinión de Traba, contribuyó a la incipiente formación de una sensibilidad moderna.
Por último, la circulación de revistas especializadas como Plástica, regentada por la artista Judith Márquez (1925–94), da cuenta de la existencia de publicaciones que reunían preocupaciones de críticos y artistas modernos. En suma, este texto es un buen ejemplo de cómo, durante esta década medular, la modernidad empezó a ser tenida en cuenta por varios de los actores en el circuito del arte, tales como galeristas, artistas, críticos y editores. Muestra de ello es que, salvo Édgar Negret (n. 1920), en la exposición reseñada estuvieron presentes los más importantes artistas que consolidaron el arte moderno en el país: Obregón, Botero, Grau, Wiedemann y Ramírez Villamizar.