El artista conceptual austriaco Alfred Wenemoser (n. 1954) se radica en Caracas en febrero de 1980. La entrevista que le hace el periodista, actor y artista del performance Marco Antonio Ettedgui (1958–81), en agosto de ese mismo año, en uno de los primeros documentos sobre Wenemoser publicados en Venezuela. El interés documental de este texto radica en haber sido escrito por Ettedgui, también artista y bien informado sobre el arte conceptual y, en especial, sobre arte de acción contemporáneo. Es uno de los primeros testimonios de un artista extranjero (radicado en Venezuela), pero, además, posee valor documental: trata de un creador proveniente de un medio como el austriaco, donde, en los ochenta, se hacía aún un arte de acción surgido en los sesenta, caracterizado por expresionismo y ritualidad, a veces terrible y descarnado. En la entrevista, Ettedgui menciona (aunque no describa las obras) austriacos sumamente polémicos que dominaban el escenario contemporáneo en el tiempo que Wenemoser cobra reconocimiento en su país: Günther Brus, Otto Muehl, Hermann Nitsch y Rudolf Schwarzkogler, fundadores del Wiener Aktionismus [Acionismo vienés, 1964]. Sangrientas y sadomasoquistas, sus propuestas rituales se presentaban como arte vinculado a la vida (aunque entendido como forma de crítica a la sociedad, la moral y los valores burgueses). En la entrevista en Caracas, cuando Wenemoser habla de su arte, señala que tiene que ver con mecanismos de la Gestalt, dando énfasis a la relación arte y vida, la cual, en su trabajo, se despliega en función de la percepción.
A partir de 1980, Wenemoser permanecerá en Venezuela, integrándose al medio artístico- plástico con el grupo de artistas de su generación, cuya obra se consolida en los setenta. Afinidad intelectual y de amistad lo ligará a Roberto Obregón, Héctor Fuenmayor, Sigfredo Chacón, Eugenio Espinoza, Claudio Perna, Miguel von Dangel y Álvaro Sotillo. Sin duda, el artista austriaco les transmitió experiencia y conocimientos estéticos y filosóficos emanados de la tradición austriaca, entonces una de las más fuertes y complejas en el meollo del arte moderno. Y por su parte, en la Venezuela de los ochenta, Wenemoser encuentra un medio más sosegado, aunque con inmensas posibilidades de desarrollo en su propuesta: “Mi obra es una configuración de situaciones reales. No es una situación en la realidad social, sino una realidad que yo modifico con la percepción.”