El año de 1948, cuando se publica este artículo, fue un año exultante en Venezuela pues el ascenso a la presidencia por elecciones directas y universales del escritor Rómulo Gallegos (autor de la novela Doña Bárbara, entre otras), estuvo rodeado de un clima de modernización democrática y de promoción de valores populares. Ejemplos del nuevo nacionalismo cultural serán la Fiesta de la Tradición con grupos folklóricos de todo el país (organizada por el poeta Juan Liscano), y la exposición de Pintura Latinoamericana Moderna (traída al país por el crítico cubano José Gómez Sicre); ambos acontecimientos, dirigidos al público caraqueño, confluyeron en un ánimo renovador de las instituciones que ya venía dándose desde 1935, fecha de la muerte del último dictador de entonces, Juan Vicente Gómez. De ahí que el descubrimiento casual de un artista como Feliciano Carvallo (1920?2012, entonces de 28 años), en su condición precaria de humilde trabajador del litoral central y (por añadidura bajo el prejuicio racial) de ascendencia negra, era una comprobación de la apertura que se vivía desde una modernidad artística afectada por la valoración de las artes de los pueblos primitivos (en pintores tales como Gauguin o Picasso).
Así se explica la intervención del poeta y periodista venezolano Víctor Alberto Grillet (1920–76), quien apela justamente a la sensibilidad populista del nuevo régimen para solicitar ayuda oficial a favor del “humilde trabajador” de Naiguatá, cuyo universo estético, a su juicio, se encontraba “incontaminado” (por así decir, ajeno a la tradición culta). No obstante y por paradójico que parezca, Grillet estaría solicitando asistencia académica y mejores materiales para que su talento alcanzase (hipotéticamente) un pleno desarrollo.
Veinte años después de su “descubrimiento”, Feliciano Carvallo recibirá el Premio Nacional de Pintura (el otro fuerte candidato era Carlos Cruz-Diez) y representará a Venezuela en la Bienal de São Paulo. Este artículo ha sido reproducido en la obra Fuentes documentales y críticas de las artes plásticas venezolanas (2001), de Roldán Esteva-Grillet.