La relevancia del artículo de la periodista venezolana A. M. I. (Adriana Meneses Imber, n. 1959) radica en abordar un tema capital en la labor de Luisa Palacios (1923–90): la producción de libros en edición especial —o “bellos libros” como se conocieron en Francia— en abierto rechazo a la mecanización del arte de la imprenta. Así lo señala el crítico Alejandro Salas, en la hoja de sala El Bello Libro (Caracas: Galería de Arte Nacional, 2001). Palacios fungió como motor de muchos proyectos editoriales de este tipo. Citemos, entre ellos: Elegía coral a Andrés Eloy Blanco (el primero, realizado en 1961); un texto de Miguel Otero Silva con ilustraciones de la artista, del cual hubo sólo dos ejemplares, manuscritos por su hija María Fernanda Palacios; Me llamo barro del poeta republicano español Miguel Hernández (1964, también con grabados de Palacios); Humilis Herba (1967, texto de Aníbal Nazoa, ilustrado por Alejandro Otero, Humberto Jaimes Sánchez, además de ella); y La rosa del herbolario (1969, texto del poeta chileno Pablo Neruda, con grabados de Palacios). He ahí algunos de los proyectos de este tipo con los que estuvo estrechamente vinculada la artista.
El documento aparece con las siglas A. M. I., que corresponden a la periodista e hija de una figura pública en Venezuela, Sofía Imber (n. 1924). El sigilo se debe a que, en aquel momento, Sofía Imber era la directora de la sección cultural del diario caraqueño El Universal, amén de directora del entonces llamado MAC (Museo de Arte Contemporáneo de Caracas).