El artículo del periodista Gustavo Santos Montejo (Bogotá, 1892-1967), al margen de los comentarios sobre el Primer Salón de Artistas Colombianos (1931), hace énfasis en la crítica de arte y no en los artistas. Con una aproximación a las debilidades en la escritura sobre arte en Colombia, señala cómo el oficio del crítico aún no tenía una validez profesional en el país, pues quienes escribían sobre arte eran primordialmente literatos o aficionados. Para el autor, el momento de ruptura no está tanto en la apertura del Salón, como en la ausencia de este tipo de críticos en el cubrimiento del evento. Este análisis de Santos resulta importante para un estudio de la crítica en Colombia pues la alusión del autor al tema de la crítica y no al Salón como un momento inaugural o de ruptura en el campo del arte local no es un asunto infundado. Otros críticos, como Rafael Duque Uribe (¿-¿) argumentaron que, pese al nombre del evento, sólo se apreciaba una continuidad de las exposiciones que se venían realizando con profesores y alumnos de la Escuela.
Sin embargo, de acuerdo a la historiografía del arte colombiano, especialmente el libro 50 años Salón Nacional de Artistas (1990) del historiador y crítico de arte Camilo Calderón Schrader (1941-), el Salón de 1931 es el primer antecedente del Salón Nacional de Artistas, vigente en Colombia desde 1940. Aunque se realizaron exposiciones de arte desde el siglo XIX por iniciativas privadas y públicas, este evento se considera el primero en contar con apoyo de entidades estatales como la Presidencia de la República de Colombia, el Ministerio de Educación Nacional, la Dirección Nacional de Bellas Artes (que tuvo a cargo Gustavo Santos) y la Escuela de Bellas Artes.
Gustavo Santos Montejo, hermano de Eduardo Santos Montejo (Bogotá, 1888-1974), propietario del periódico El Tiempo y Presidente de la República (1938-42), escribió desde 1915 la columna Danza de las Horas con el seudónimo Calibán. En 1932 se la cedió a su hermano Enrique Santos Montejo (Bogotá, 1886-1971), codirector del periódico, quien con ese mismo seudónimo se convirtió en uno de los más importantes columnistas colombianos.