La primera edición de Yo Digo constó de diez ejemplares, fotocopiados, que su autor, Félix Ángel (n. 1949), ubicó en varias carteleras de Medellín. Por entonces, recién había regresado de Estados Unidos, a donde viajó tras las presiones surgidas a raíz de la publicación de su novela Te quiero mucho, poquito, nada; la cual, a la postre, impidió que fuera nombrado en un cargo docente. Desde entonces, Ángel —mediante esta hoja volante que reprodujo en mimeógrafo con el apoyo económico de varios simpatizantes— se propuso denodadamente a “arremeter contra todo lo que estuviera sostenido por la mediocridad y la improvisación”.
Los textos que divulgó Ángel se caracterizaron por la posición crítica, el tono mordaz y el énfasis revulsivo y acusatorio. Son la visión de un artista, entonces emergente, que luchaba por obtener respeto; “hacer justicia” en medio de las manipulaciones de jurados y autoridades; encontrar un lugar propio como artista contemporáneo en conflicto con el establecimiento artístico y académico; y, finalmente, promover el debate y las posiciones inconformes frente al orden establecido.
En el último número de Yo Digo, fechado el 7 de enero de 1978 en Washington, DC, Ángel trazó una reseña histórica de la publicación. Para entonces emprendía en los Estados Unidos una nueva etapa en su carrera; motivo por el cual optó por dar fin a “la única publicación seria que tuvo Medellín dedicada exclusivamente al arte”.