En noviembre de 1939 la Sociedad de Amigos del Arte presentó en Medellín una exposición de pintura donde resultó premiada Débora Arango Pérez (1907–2005). La obra elegida por el jurado no fue uno de los dos desnudos femeninos que la pintora presentó, sino otra de las obras, titulada Hermanas de la Caridad. Era, por parte de ellos, un recurso para soslayar el escándalo, sin dejar de reconocer el talento de la artista colombiana. Ambas acuarelas de gran formato (con desnudos femeninos en poses inusuales) levantaron gran polémica, reflejada por los medios de comunicación que se vieron orillados a tomar partido.
Gustavo López (n. 1908), un pintor que no alcanzaría mayor reconocimiento, y Eladio Vélez (1897–1969) —quien había sido profesor de Débora Arango y antiguo amigo y compañero de estudios en Italia de Pedro Nel Gómez (1899–1984)— escribieron y publicaron esta agresiva carta donde se estipula la existencia de dos corrientes artísticas, enfrentadas en lo que llamaron un “pugilato a muerte”. Se trataba de los “eladistas” de Vélez, defensores de la tradición establecida por Francisco Antonio Cano, por un lado; y, por el otro, aquellos seguidores de la nueva corriente, inaugurada por el muralista Pedro Nel Gómez, definida por el alejamiento de los valores académicos y el interés tanto humanista como nacionalista.
El documento refleja bien las fricciones suscitadas por las primeras manifestaciones modernas que amenazaron con desplazar el predominio artístico de la tradición, en una ciudad (como la de Medellín) que entraba a la modernización material vía un acelerado proceso de industrialización. Mientras, en el plano mental, las élites se aferraban a valores y creencias establecidas por la religión católica.