La tradición crítica en torno a la obra del artista colombiano Manuel Hernández —hasta antes de la aparición de este texto— había tendido a relacionar al abstracto colombiano con prominentes artistas del abstraccionismo de Estados Unidos y Europa; insistencia que señalaba como uno de los ejemplos más reiterados el artista norteamericano de origen letón, Mark Rothko [Markus Yakovlevich Rothkowitz]. Sin duda uno de los grandes maestros de la abstracción en Colombia, Hernández fue merecedor de distinciones como la Gran Orden del Ministerio de Cultura (1998) o el Primer Premio en Pintura en el XII Salón de Artistas Colombianos (1961).
Danilo Dueñas, artista colombiano que se ha destacado en la abstracción, la instalación y el uso de materiales pobres y objetos encontrados en su obra, ha manifestado, en repetidas ocasiones, un gran respeto por Hernández. Lo considera su maestro; de tal forma que no sólo aborda la obra del pintor desde el punto de vista de un artista. Su texto, además, permite comprender la clara diferenciación existente entre la obra abstracta del colombiano y la de abstractos estadounidenses y europeos con quienes ha sido comparado, como es el caso de Elsworth Kelly. El artículo sustenta un fuerte anclaje de la obra de Hernández en lo local. A través de citas del propio artista, Dueñas pone en evidencia una fuerte resistencia a que sea catalogado dentro de dinámicas tanto del modernismo europeo como de movimientos estadounidenses; el Hard Edge, entre otros.
Este anclaje en “lo local”, resaltado por Dueñas en su texto, se enmarca por lo que Hernández describe como un intento de asir una identidad local y enfatizada por los efectos de la luz en el trópico. En este sentido, entonces, es que la abstracción en la obra de Hernández resulta de un ejercicio de observación ya sea de la temperatura o bien la pérdida del contorno de las figuras en el clima caliente colombiano. Esto es, no necesariamente se ajusta a una estrecha relación con el modernismo europeo o estadounidense.