Con el texto “Dos pintores colombianos” se presentó la única exposición internacional del pintor Darío Jiménez Villegas (1919–1980) y la primera de Jorge Elías Triana (1921–1999) con larga trayectoria como pintor y muralista.
A lo largo de su vida, Jiménez sólo realizó cinco exposiciones: 1942, en el Conservatorio del Tolima; 1943, en el Foyer del Teatro Colón de Bogotá; 1946, en la Ciudad de México; 1972, en la Galería 70 de Bogotá; y, en 1979, la Galería Belarca de Bogotá organizó su retrospectiva. El reconocimiento y descubrimiento de su vida como pintor excepcional se logró de forma póstuma con dos importantes retrospectivas más: Darío Jiménez: Exposición antológica 1938–1980 (1987) en la Biblioteca Luis Ángel Arango de Bogotá y Darío Jiménez: Un testimonio poético (1995) en el Museo de Arte Moderno de Bogotá.
En octubre de 1946, Ignacio Gómez Jaramillo —quien, además de artista, se desempeñaba como agregado cultural de la Embajada de Colombia en México— organizó la muestra aprovechando la estadía en la capital mexicana de los jóvenes colombianos, Triana y Jiménez. Este último admiraba de Gómez Jaramillo su férrea disciplina y “amor benedictino al arte” cuando recibió, como discípulo, sus enseñanzas en la Escuela de Bellas Artes (hoy Escuela de Artes Plásticas de la Universidad Nacional de Colombia). Estando en México, cada artista expuso doce obras en la Biblioteca Benjamín Franklin, centro oficial de información de la Embajada de los Estados Unidos en México. En principio, el deseo de Jiménez era formarse en París; los acontecimientos de la Segunda Guerra Mundial, no obstante, desviaron su rumbo hacia México mediante el apoyo económico de su padre, Félix Jiménez. En cambio, Triana, quien había realizado estudios de pintura en la Escuela de Artes Plásticas del Tolima (entre 1940 y 1944), viajó a México becado por el Departamento del Tolima para estudiar, en la Academia de San Carlos, todo lo relativo a la empresa mural.
El artista Ignacio Gómez Jaramillo fue un pintor y muralista destacado en Colombia junto con Pedro Nel Gómez (1899–1984). Precisamente, en 1936, fue enviado a México por el gobierno liberal del presidente Alfonso López Pumarejo (1934–38) a estudiar las realizaciones del muralismo mexicano. Los efectos sociales de la Revolución Mexicana convirtieron a esta nación en importante referente político–cultural durante ambos períodos presidenciales de López, el antes indicado y el de 1942 a 1945).