El martes 30 de junio de 1964 se inaugura en Bogotá la muestra Pantoja de Bolivia, compuesta por la serie de témperas Variaciones sobre el aire de Tarija, reseñada por Marta Traba (1923?83) a través de la prensa local y el catálogo de exposición, publicado por el Museo de Arte Moderno de Bogotá (MAM) del que la crítica y curadora era entonces directora.
Junto al pintor peruano Fernando de Szyszlo (nac. 1925) y los argentinos Antonio Berni (1905–81), Carlos Alonso (nac. 1929) y Carlos Uria (1929–2008), el boliviano Óscar Pantoja (1) (1925?2009) hace parte de los artistas que protagonizan las primeras exhibiciones del MAM, este en su misión de apoyar el arte latinoamericano. Estos artistas exponen sus creaciones, expresan lenguajes propios y heterogéneos que caracterizan a cada uno de sus países, comprometiéndose con la tarea de un arte latinoamericano para el mundo.
La obra de Óscar Pantoja se convierte en símbolo del milagro del arte moderno latinoamericano. En el catálogo, Pantoja de Bolivia, se lee respecto a la calidad de los cuadros de la muestra lo siguiente: “fuera de toda circunstancia determinante, del ámbito general de la cultura, de las condiciones favorables, de los estímulos y la solidaridad general, de los antecedentes y bases expresivas, el arte es, en última instancia, lo inexplicable, el milagro”.
La serie expuesta en junio de 1964 en el MAM muestra, con sutileza, la preocupación de Pantoja por Latinoamérica. Tarija, un pueblo recóndito de Bolivia, se convierte en fuente de inspiración para una pintura a la que Traba cataloga como “espiritual”. A pesar de su aparente introspección, este artista boliviano se desenvuelve con presteza en la escena internacional. Antes de venir a Bogotá, su obra Variaciones sobre el aire en Tarija es itinerante en la Unión Panamericana, en Washington, DC.
En relación al presente documento, véase “Segundo Informe anual de actividades, Museo de Arte Moderno de Bogotá” [doc. no. 1093542].