El Salón Atenas fue un programa ideado por el crítico y curador de arte Eduardo Serrano (n. 1939) con el fin de estimular propuestas plásticas no convencionales en el ámbito artístico colombiano. En efecto, en sus nueve ediciones (desarrolladas entre 1975 y 1984), el Salón se convirtió en uno de los espacios predilectos para el lanzamiento de artistas. En especial, aquellos que iniciaron su carrera explorando vertientes del arte contemporáneo mediante el uso de medios artísticos no convencionales relacionados con algunos de los movimientos más relevantes del arte de la segunda mitad del siglo XX. Artistas tales como Antonio Caro (n. 1950), Rosemberg Sandoval (n. 1959) y Miguel Ángel Rojas (n. 1946) hallaron en el Salón Atenas una oportunidad para afianzar su presencia en la esfera del arte en Colombia.
La creación del Salón Atenas fue coherente con los objetivos del ejercicio de Serrano, en cuanto crítico de arte; pues, desde su incursión en este ámbito, al inicio de los años setenta, se postuló como defensor de la plástica contemporánea en el país. En cierto sentido, Serrano se presentó como figura antagónica de artistas y críticos del modernismo colombiano; los cuales, para entonces, contaban con cierta estabilidad en la vida pública nacional. Años después, el crítico aplacó su radicalidad en relación con esta facción del arte en el país. Serrano formó parte de una generación (de relevo) en el ámbito de la crítica de arte en Colombia; particularmente en lo relativo a la figura de Marta Traba (1923–83); quien, por razones políticas desde 1969, debió abandonar el país.
El VII Salón Atenas (1981) fue una de las ediciones más controvertidas debido al impulso polémico que generaron categorías tales como arte joven, arte experimental y arte contemporáneo. En torno a este Salón discutieron figuras con posturas diametralmente opuestas en esa época: Traba, el español Francisco Gil Tovar, José Hernán Aguilar (n. 1952), Germán Rubiano (n. 1938) y el propio Serrano.