Este texto parte de una conversación ocurrida el 26 de agosto de 1997 entre la artista Lucy Tejada (n. 1920) y el escritor Fernando Cruz Kronfly (n. 1943) quien realizó la redacción y edición de la entrevista. La conversación ofrece un panorama sobre las experiencias de vida de Lucy Tejada y su posición respecto a la creación artística. Es útil para la comprensión de su trabajo pictórico y gráfico que se extiende desde finales de la década de cuarenta hasta finales de los cincuenta. El texto destaca por poner de manifiesto los aspectos que la misma artista considera necesarios para comprender su vida y obra, entre ellos: sus relaciones familiares, su infancia en un ámbito de clausura y prohibiciones, su condición de nómada, su acercamiento al círculo de la bohemia artística e intelectual bogotanas en la Escuela de Bellas Artes y el Café El Automático de la capital, su encanto por la naturaleza y sus preocupaciones ambientales, además de los interrogantes formales que constantemente pretende indagar.
Lucy Tejada suele reconocerse en el medio local por las series Oxígeno, Jardines, Máquinas y demás trabajos vinculados con la iconografía infantil o proveniente de la naturaleza, obra que desarrollaría a partir de finales de la década de setenta. No obstante, debe reconocerse por haber ubicado un lugar en el campo artístico colombiano desde mediados de los cuarenta. Quebrando los paradigmas sociales, Tejada se realizó profesionalmente en las artes plásticas —del mismo modo que, en su tiempo, también lo hicieron otras artistas colombianas: Judith Márquez (1925–94) y Cecilia Porras (1920–71). Finalmente, se vinculó a una generación de artistas que, hacia mediados del siglo XX, instituyó una renovación de los lenguajes plásticos.