La obra del pintor colombiano Roberto Pizano (1896?1929) fue escasamente estudiada por sus contemporáneos. Las revistas y periódicos de la época solían detenerse en su labor como gestor cultural, docente y director de la Escuela de Bellas Artes de Bogotá (actual Escuela de Artes Plásticas de la Universidad Nacional de Colombia) y, en muy pocas ocasiones, profundizaron en su actividad plástica.
En este artículo, que se publicó en 1931 —esto es, dos años después de la muerte de Pizano—, el escritor Daniel Samper Ortega (1895?1943) refiere algunas de sus obras, influencias e intereses. Samper Ortega fue uno de los principales gestores culturales en Colombia durante la primera mitad del siglo XX. Entre sus actividades, dirigió el Teatro Colón, la Academia de Bellas Artes y la Biblioteca Nacional de Colombia en la capital.
Por su parte, Pizano fue uno de los pintores colombianos más influyentes del primer tercio del siglo XX. A partir de 1917, estudió en la Academia de Bellas Artes de San Fernando en Madrid, donde recibió influencias de pintores españoles de la talla de Joaquín Sorolla (1863?1923) y Julio Romero de Torres (1874?1930), entre otros. A su regreso a Bogotá, ejerció como docente de la Escuela de Bellas Artes; fue maestro de pintores como Ignacio Gómez Jaramillo (1910–70). Escribió varios libros y artículos en revistas y periódicos, destacándose, especialmente, por su monografía “Gregorio Vásquez de Arce y Ceballos: pintor de la ciudad de Santa Fe de Bogotá” (París: Camile Bloch Éditeur, 1926). Dirigió la Escuela de Bellas Artes y durante su administración se encargó de establecer un Museo de Reproducciones Artísticas, inaugurado después de su fallecimiento. Esta colección se conoce actualmente como “Colección Pizano” y es conservada por el Museo de Arte de la Universidad Nacional de Colombia y el Museo Nacional de Colombia. Luego de ser uno de los principales promotores artísticos del país, murió a la edad de 33 años en la capital colombiana.