Desde su apertura en 1975, hasta su novena y última edición en 1984, los Salones Atenas fueron una plataforma para el lanzamiento de artistas emergentes debido a su apertura intencional a la experimentación plástica de jóvenes generaciones. Los Salones Atenas fueron un programa creado por el crítico de arte colombiano Eduardo Serrano Rueda (n. 1939), en su calidad de curador del Museo de Arte Moderno de Bogotá. Dio inicio a su actividad crítica hacia 1970, convirtiéndose en una de las figuras más controvertidas en la historia reciente del arte colombiano por su disposición a polemizar con otros críticos contemporáneos. La emergencia de Serrano en el campo del arte colombiano, casualmente coincidió con el exilio de Marta Traba del país (1969). Hecho que incrementó notablemente sus posibilidades de injerencia en los procesos artísticos de entonces y que, adicionalmente, le dio la dimensión de un relevo generacional a su aparición en la escena artística. En ella, estuvo acompañado por críticos e historiadores tales como Álvaro Medina (n. 1942) y Germán Rubiano (n. 1938), con quienes mantuvo extensas polémicas en torno al arte contemporáneo en Colombia; contando, por otra parte, con críticos más afines a su proyecto crítico: Miguel González (n. 1950), Álvaro Barrios (n. 1945), Alberto Sierra, el crítico cubano Galaor Carbonell (1938-1996) y, posteriormente, José Hernán Aguilar (n. 1952).
De cualquier forma, desde su incursión en el ejercicio crítico, Serrano se postuló abiertamente como la punta de lanza del arte contemporáneo en el país. Papel que desarrolló, en principio, desde su posición como curador del Museo de Arte Moderno de Bogotá que desempeñó ininterrumpidamente de 1974 a 1994. El Salón Atenas fue una de sus empresas más exitosas pues, efectivamente, varios de los nombres clave para el arte contemporáneo en Colombia hallaron en ellos una notable vitrina hacia la visibilidad pública. En el Salón, por ejemplo, Miguel Ángel Rojas (n. 1946) presentó un espacio ambiental que él mismo ha caracterizado como su “primera obra conceptual” [Cf. Álvaro Barrios, Orígenes del arte conceptual en Colombia: ensayo histórico, teórico o crítico 1968-1978 (Bogotá: Alcaldía Mayor de Bogotá, 1999), p. 137]. Es significativa, también, la catalogación que Serrano hace en el texto sobre Antonio Caro (n. 1950) como un “artista inscrito en el denominado ‘arte conceptual’”. Sin duda alguna, el apoyo a propuestas conceptuales fue un elemento estructural en la crítica de Serrano, escrita entre los años setenta y ochenta.