Varios elementos, de los que aparecen en la nota, dan pautas acerca de la valoración del arte que se hacía en Colombia al finalizar el siglo XIX. Pedro Carlos Manrique Convers (1860-1927) reconoce en Epifanio Garay (1849–1903) un talento particular; fortalecido, a su juicio, por su aprendizaje en París y la frecuentación de espacios museísticos como el Louvre. Por otra parte, recoge una argumentación que veremos reiteradamente mencionada en la época: la formación de un buen artista pasa necesariamente por el conocimiento directo de los maestros europeos.
Más aún, se exalta la complejidad de ser un buen retratista enfatizando en esa dirección varios aspectos: una fotografía jamás podrá equipararse a un buen retrato, ya que es incapaz de rescatar el alma humana. Un buen retratista capta elementos de personalidad que la fotografía no puede registrar, en ello radica la maestría del pintor. Manrique exalta figuras pictóricas como las de Diego Velásquez señalando que su destreza para representar peculiaridades de los personajes, convierten a sus cuadros en una fuente de conocimiento de la corte española, mayor del que aportan los cronistas.
Manrique Convers aparece como Director y Editor de la Revista Ilustrada (1898-99), que fue especialmente significativa por la introducción en sus páginas de la técnica del fotograbado traído de París por él mismo. En las páginas de esa publicación y de otras revistas, este autor escribía sus comentarios sobre arte.