El pintor y grabador Carlos Correa (1912–1985) mantuvo inéditas, hasta su muerte, un conjunto de treinta conversaciones con Pedro Nel Gómez (1899-1984) —fechadas entre 1955 y 1972—, las cuales finalmente fueron publicadas en 1989. Se trata de un documento sin antecedentes en los escritos sobre arte en Colombia, en el que, dos pintores, durante casi dos décadas, mantienen diálogos sobre múltiples temas: exposiciones, precios de venta de cuadros, supuestos errores cometidos por todos y cada uno de quienes han realizado murales, problemas geométricos, diatribas contra Débora Arango, libros, música, lecciones morales, e, inclusive, sobre un disco con la voz de Fidel Castro.
Siendo una defensa a ultranza y elogio póstumo de Gómez, las conversaciones elaboradas por Correa no están ausentes de una particular retórica del tipo: “la naturaleza americana es el crisol cósmico donde se fundirán formas y colores durante los milenios del futuro”. No obstante, conservan el interés de conocer, en privado, a dos pintores que han quedado, contra su voluntad, marginados de la corriente artística principal.
A los ojos de hoy, estas interesantes conversaciones —salpicadas de maledicencia, artificios y obsecuencia— dan la imagen de un par de artistas solitarios que rumian en los márgenes glorias efímeras e ilusorias. En ellas se reflejan los dramas humanos que dejó el agudo enfrentamiento entre el “realismo nacionalista”, opuestos a lo foráneo (“al imperialismo abstraccionista”, lo llama Correa), y jóvenes con deseos de fusionar múltiples influencias y encontrar un lenguaje contemporáneo, permeado por las vanguardias internacionales.